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El poder de la oración reside en aquel a quien oramos. Dios tiene el poder.
Orar a Él es un conducto para su poder. Es como una lámpara.
La lámpara no tiene poder, aunque muestra luz. El cable no tiene poder, es solo el conducto.
La oración es un conducto al Poder:
Porque para Dios no hay nada imposible.
Lucas 1:37
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